escribo
golpes derretidos
sobre mis párpados
cuando se cierran
cada noche,
en silencio
sacrifico el agua
abierta
sobre la masa amorfa
que es el poema,
las letras se escancian
frágiles
a la madera
sepultada por litros,
litros
de pintura,
busco la madera,
fumigo el poema
abriendo
en abanico mis dedos
hasta el blanco del objeto
fonema pálido
como un silencio que llega
y dejo al poema
desnudo
tatuándose con saliva
sobre mi cuerpo.
Mario Guixeras.