viernes, 29 de marzo de 2013

LA MUERTE; EL TIEMPO


El paso del viento

Rosas,  lirios y claveles,
todas tiernas, hermosas flores
que prestan sus divinos olores,
que invitan a caer soñando
para que soñando, ignorante quedes.

porque son traidoras y falsas,
aquellas bellezas que caminando
encontraras junto a mágicas rías
entre las frías aguas de los campos.

sólo esconden a las mentes,
a la mujer siempre presente,
siempre pálida de luna teñida,
siempre con túnica  de noche ennegrecida,
quien con miedo llamamos Muerte,
aquella que nadie quiere como amiga.

por más que abaniques tus caducos perfumes,
por más que brillen tus perecederos colores,
siempre reclamará la muerte
del vivo mundo los sonidos y tambores,
la belleza de la vida será ahogada,
sólo una música sorda permanecerá, aislada.

que ahora todo en silencio queda,
del que el vivo queda a su suerte,
que ahora ha terminado su senda,
su senda ha terminado al verte.

pues permites que las mariposas nos ensueñen,
y que montañas enormes nos asombren,
permites que encontremos el amor,
y todo para matarnos de ciego dolor,
dolor de haber perdido
aquellas primaveras doradas,
y ríes viendo que ahora,
ignorantes nuestras cabezas lucen plateadas.

fuerte corre el viento,
damos las últimas invisibles patadas,
el viento fuerte evoca nuestros lamentos,
pronto cristalinos ojos sólo reflejarán viejas pisadas,
inevitablemente llega el inevitable momento,
nuestro verdugo, ha sido el tiempo.


Mario Vicente Guixeras.

lunes, 25 de marzo de 2013

SOY EL SOBERANO DE LA MISERIA

"soberano de la miseria" óleo sobre dm. Mario Vicente Guixeras.


No somos humanos. Como mucho "humanoides" ciegos que pisamos una tierra de ceniza y fuego... pero no importa. Dirigimos nuestras deformadas calaveras a arquetipos y órdenes que nos hagan sentir una falsa seguridad. Nacemos en la Tierra y desde entonces nos fijamos en el sol, y no vemos sin embargo lo que tenemos bajo los pies... ni tampoco las pequeñas luces, las reales, que tintinean inseguras a nuestro alrederdor. Somos con orgullo los soberanos de la miseria, de nuestra miseria... y lo preferimos antes de encontrar la verdadera libertad. Para encontrar nuestro camino, es necesario antes empezar a caminar.

EL VALOR DEL SILENCIO




Nos olvidamos del silencio… y nos olvidamos de todo. El susurro del viento que araña las ramas de los árboles, el aliento cálido de un animal que suspira en invierno, la sola lágrima que cae rodando por la mejilla de quien por fin a comprendido algo… o por el contrario algo no entiende. Hemos olvidado las sensaciones, los sentimientos y las emociones puras, y eso es algo muy peligroso, porque significa que ya no nos importan las cosas más esenciales de la vida. Hemos perdido el rumbo y creemos que todo tiene un por qué, que todo y todos somos iguales, y creemos, que el orden antecede al caos.

El silencio es lo que hace que pensemos, el silencio es el sonido más importante, el silencio invita a escuchar, a aprender. Nos olvidamos del silencio... y nos olvidamos de todo.

                                                                                         Mario Vicente Guixeras 

miércoles, 20 de marzo de 2013

TRAPO DE ARTISTA

"trapo de artista" Mario Vicente Guixeras.

El trapo del artista es una obra en sí misma. Cada mancha que fue repudiada por el pintor, forma parte de lo que podría haber sido el cuadro, y sin embargo no fue. Nunca sabremos si el conjunto de esas manchas podrían haber sido un monstruo de color o una genialidad sensitiva. En los trapos de los artistas es donde se esconden los rostros que no pintaban en muchos de sus retratos pintores históricos.

NI ME DI CUENTA...



         Estallaban las olas en su lucha eterna, unas contra otras chocaban tronando en una noche, que parecía no tener fin. Lo tenía. Pero no sólo era el fin de la oscuridad, también lo era el de la luz, y eso era lo que provocaba que aquella gota de sudor, fría, cayera a la arena gris desde la sien del humano. Su caída sonó como si un tambor tocara la nota definitiva, inapelable, que indicara que todo iba, por fin, a terminar. A pesar de la oscuridad estancada en la vacía playa, y más allá de ella, ese mar y el viento, podían significar resquicios de vida, pues con su sonido y su vaivén parecían acunar al humano adormeciéndolo, quitando importancia al acontecimiento. Seguía de pie con su gabardina negra y aquel sombrero a juego que le tapaba la cara.
El último relámpago rechazó ese sentimiento provocando por un instante, con su luz, que el humano quedase ciego, como tantas otras veces. Después el trueno ya no lo sobrevino, pues sabía que debía sonar, y todos los ruidos, por un momento, desaparecieron. Pronto la atmósfera volvió a ser gris y pesada, inmóvil, e incluso los sables del océano eran ahora el murmullo de los soldados que se alejan, las olas se calmaron y otra gota cayó, esta vez una lágrima sorda que descendió hacia el vacío y las estrellas. El humano siempre se había refugiado en ellas buscando la protección de esos dioses de energía pura, que todo lo habían soñado y todo sabían. Aspiró con fuerza, y paró sus ojos en la perla del cosmos, que esa noche había menguado mostrando una irónica sonrisa, exhaló el aire y, despacio, levantó el antebrazo derecho dejándolo en horizontal, con los dedos índice y pulgar de la mano izquierda retiró la manga para dejar asomar las manecillas del reloj…volvió a la posición inicial, percatándose de que en realidad no importaba la hora que fuese, sólo le importaba seguir oyendo el tic-tac, pues mientras sonara, también sonaría el otro reloj, el más complejo, cuya velocidad se mide poniéndose la mano en el pecho.
El humano no pensaba en nada, y sin embargo lo sentía todo. El humano tenía recuerdos, tenía un pasado, tenía una vida…o eso creía. ¿ Dónde irá ahora esa vida? Era la pregunta, que espontáneamente se había hecho el humano, pero no podía responderla, no sabía, su cabeza daba vueltas y las venas en sus sienes bailaban al son una música ruidosa y sorda al tiempo.
Entonces comenzó el frío. No quería sentirlo porque era la señal de Su llegada…y a nadie le gusta Su llegada. Miró a su alrededor, buscándola, su piel empalidecía, su gesto era sobrio. Era cierto, no entendía el por qué de la llamada, pero, en el fondo, era la llamada para la que al humano habían preparado desde su nacimiento, desde que respiró, pues cuando lo hizo por primera vez no sólo significaba que vivía, sino que también moría. Cerró los ojos, no quería intentar evadirse, (o quizá sí), lo que pretendía era estar consigo mismo una última vez. Eso lo tranquilizó, y logró no volverse loco del todo, abrió los ojos y…nada. Miró de nuevo hacia los lejanos centelleantes ojos de gato que, obviamente, lo observaban. El frío se hacía ya casi visible, ya que, bajo la gabardina, los pelos de los brazos del humano se habían erizado, en la nuca ocurría lo mismo, como si sintiese que un fantasma le susurraba al oído palabras huecas, suspiró una nubecilla de vapor caliente. El mar era en ese momento una masa de metal que chillaba y lloraba retorciéndose por Ella, estaba cerca.
Entonces, el humano se acercó a la orilla, y vio su reflejo en el agua…y los diez segundos en los que todo había transcurrido perdieron el sentido, como todo lo demás, cuando para su asombro, vio en el reflejo que…efectivamente,  su cabeza era una calavera.

                                                                                                               
                                                                                                                       Mario Vicente Guixeras 

lunes, 18 de marzo de 2013

NÁUFRAGO

"el último náufrago" Mario Vicente Guixeras.

HOMENAJE A VAN GOGH

"homenaje al maestro" óleo. 46x84 cm. Mario Vicente Guixeras.

SOBERANOS DE LA MISERIA

"soberanos de la miseria" 43x139 cm. Mario Vicente Guixeras.



 
Explicación de la obra:

     Un tumulto nauseabundo de gentío trataba de abrirse paso al galope entre la carne de otros acompañando sus chirriantes gritos de puños codos y piernas lanzadas entre sí. En un tercer plano aquel derrotado cielo dorado y naranja parecía borrarse tras los rascacielos y la compacta, dependiente masa en la que el humano se movía. Las estrellas caían, en forma de ceniza. Sólo percibí a lo largo de la macabra carrera, tres luces tintineantes a las que quise agarrarme. Todos giraban y giraban, se movían pegados unos a otros, todos sus cuellos olían a lo mismo, todos los pies bailaban la misma patética danza…como si el diablo hubiese puesto bajo la tierra un brasero ardiendo, lanzándose al vacío, un vacío lleno de un astro azul y luminoso que, impasible a lo que ocurría, respiraba majestuosamente sin aparente preocupación.

ELLA EN LO FRÍO.

Mario Vicente Guixeras.
 
                                   "prefiero estar a solas con mis demonios a vuestra falsa luz"

jueves, 14 de marzo de 2013

EL ARTE ES SILENCIO



Ruido: Lluvia de clavos rompiendo cristales de hielo congelado. Frío en la noche sin estrellas, noche vacía, noche negra de carbón.  Ruido: Cráneos rompiéndose, calaveras masticando cuchillos oxidados que caen al suelo y chillan. Frío oscuro, ciego mundo, frío entre espesa niebla. Ruido: Un trueno de fuego rompe la tierra, clavos, cráneos, cuchillos. Gritos desesperados que rasgan las cuerdas vocales, las gargantas estallan de dolor pero siguen gritando con la caída de los árboles secos, y su ruido. Frío de masas y de soledad al mismo tiempo, carne que se mueve, carne que cae al suelo, carne que se convierte en suelo. Ruido: Tic-tac de reloj que no  se para, que se ríe del desastre. Clavos, cráneos, cuchillos, trueno, gritos, árbol, fuego, tic-tac. Rezos de hechiceros, de religiosos, de desesperados, de locos entre la bruma que inunda la tormenta de metales. Ruido: chirriar de dientes contra lenguas de madera, arañazos en la piedra. Lágrimas en los tambores del juicio, llantos de cobardes, llantos de valientes, olor a muerte. Suelo de carne, ceniza en el aire, aire negro, oscuras calles. Ruido: clavos, cráneos, cuchillos, trueno, árbol, fuego, tic-tac, tambores, llantos, metales, cristales, dientes, arañazos, alarmas, ladridos, quejidos, lluvia, Silencio.

                                                                                                                                                Mario Vicente Guixeras.

PERO NO NOS DAMOS CUENTA.



           Yo iba andando por la misma calle de siempre, como tantas otra veces al volver de la rutina. Se levantó una ráfaga de aire y me sujeté el sombrero de paño marrón. La ciudad tenía un tono grisáceo, nauseabundo en general, como de costumbre, mucha de la gente a mi alrededor sonreía tanto o más que los payasos de feria, me los imaginaba a todos con unas narices de goma coloradas. Pero aún así mi visión del momento era triste, o quizás lo fuera precisamente por ello.
Fue entonces cuando pisé el chicle, me paré y levanté el pié al tiempo que me apoyaba en la pared, en efecto, era un pegajoso chicle morado. Me lo quité con las llaves de casa y bajé de nuevo la bota al suelo. Pero al alzar la cabeza vi a alguien, había una chica cruzada de piernas sentada en la acera, recostaba la espalda contra el muro de un KFC. Recuerdo que miraba al cielo. Me pregunté que haría aquella persona ahí sentada, sin hacer aparentemente nada y aún no sé por qué lo hice, pero repentinamente me agaché y la pregunté si me podía sentar a su lado. Entonces ella me miró, y me di cuenta de que no todo tenía ese tono ceniza, sus ojos azules parecían contener ese cielo que había estado mirando. Estaba extrañada pero me sonrió y asintió con la cabeza. Sin mirar otra cosa que el suelo me senté y la pregunté qué hacía allí. Ella me dijo que simplemente no se le ocurría otra cosa que pudiera hacer. Yo hice una mueca de no entender a qué se refería. Entonces sonrió, sin mirarme, y me hizo la pregunta. Con una voz  casi susurrante dijo:
 -¿Alguna vez has sentido el impulso de querer hacer algo distinto?
Me quedé callado. No tenía ni idea de por qué había empezado una conversación con alguien tan ajeno a mí, pero ya era tarde, tenía que seguir el juego y responder a la pregunta. Finalmente abrí la boca:
-Sí.  No se me ocurrió nada mejor, pero le había dicho la verdad, creo que yo mismo me había preguntado algo similar en alguna ocasión. Después ella se giró y me volvió a mirar. Sólo entonces me interesé por su apariencia. Me dí cuenta de que tenía el pelo de un color rojo oscuro, vestía un enorme pantalón de tela verde y amarilla y una chaqueta de cuero marrón llena de parches en los que no me fijé.-¿ Y por qué no lo hiciste?  Me había hecho otra pregunta, yo empezaba a sentirme incómodo y miraba de un lado a otro, ella me observaba en silencio; de verdad quería mantener esa extraña conversación.
-¿ Y cómo sabes si lo hice o no?. Quería ponerme a su nivel, pues levantarme e irme me parecía en cierto modo traicionarme a mí mismo aunque no sabía por qué.
 -¿ Bueno… perdona es que estoy un poco harta de todo esto(miró a la gente)… ¿ tú no?.  No se si sonreí hacia dentro o hacia fuera pero recuerdo que empecé a sentirme atraído por  la conversación… me interesaba lo que oía.
-Creo que ya sé lo que quieres decir, cuando iba andando por aquí iba pensando en la automatia en la que estamos sumidos… (suspiré)o consumidos. Debí coger el hilo porque entonces la chica me enseñó todos sus dientes en una exagerada sonrisa.
Después sólo hubo un tremendo ruidoso silencio. Pocas veces había experimentado así el silencio aparente de la ciudad, figurillas de distintas formas corrían de un lado a otro, sin mirar a nada, unos hablaban con sus mascotas electrónicas a la oreja, para que les escucharan bien, otros corrían con maletines, maletas, bolsas, mochilas, bandoleras… los menos caminaban pensativos, escuchando música, o silbándole a la primavera. Todo bañado de una veladura gris. Estaba cómodo en aquella situación, y me dí cuenta de ello justo antes de ver que, tras un bus en la acera de enfrente que salía de la parada, aparecía la figura de un hombre sentado en ella, con las piernas cruzadas. Era muy barbudo y desaliñado por lo que podía ver a la distancia y debido a los muchos cláxones, luces y humos que se cruzaban. Tenía una taza grande delante de él, y un cartel de cartón a su derecha con algo pintado. Me giré para preguntar a mi “amiga” si lograba ver lo que ponía.
– Pone: “os juro que lo intenté”,dijo. Ni siquiera un “limosna por favor” o “ necesito dinero”, pensé yo. Me giré hacia ella. Aquella chica me había parecido interesante en apenas diez o quince minutos, y se hacía tarde así que me disponía a invitarla a un café cuando unas perneras y unos zapatos desgastados cruzaron por delante de mi cara y una moneda cayó de la mano de aquel hombre invisible a un platillo delante de ella. Me quedé con la más maravillosa cara de imbécil que puedas imaginar.

                          Mario Vicente Guixeras.                                             

Los muros nos susurran.


                                              plantillazo sobre cemento con aerógrafo negro.

                                                        "And below... was the liberty"

                               

Bienvenidos



El tema de este blog es el arte como visión personal evolutiva, y se crea con el objetivo de comunicar, supongo que es para lo que se crean todos los blogs, pero yo quiero subrayar la importancia de este hecho. Internet es una herramienta con un poder inmenso, gracias a la cual, cualquier persona puede expresar sus inquietudes, ideas, objetivos o sentimientos.

El nombre de mi blog: “La voz de Mario”, lo elegí precisamente porque me parece muy importante que, seas quien seas, tienes que tener una voz en la sociedad, en el mundo. Creo que el nombre expresa bien esta idea, lo que pretendo es conseguir transmitir y comunicar a través de mis obras personales, ya sean plásticas o escritas, mis ideas, y así que otras personas puedan servirse de ellas para ayudarse a entenderse mejor a ellos mismos y a la realidad que les rodea. Una realidad, además, que creo subjetiva de cada persona, personal, no una realidad objetiva, y precisamente por ello cuantas más influencias acojamos y más diferentes sean, más cerca estaremos de encontrar dicha realidad. Por eso creo necesaria la comunicación. 


El nexo de unión del blog es la publicación de obras propias, tanto plásticas como escritos reflexivos y poemas propios.

Soy Mario Vicente Guixeras, estudiante de Bellas Artes en Madrid, y hago este blog para todos aquellos que buscáis tener vuestra propia voz en el mundo, los que queréis dejar, como yo, vuestra huella en el barro.