martes, 2 de abril de 2013

EL VENENO DEL VIVO.


   Oscuridad.

Ojala fuera capaz de vivir…
Deseo ser capaz de hablar manteniendo mi sangrada boca cerrada. Deseo ser capaz de cerrar mis irritados ojos para que dejen de llover.
Deseo ser capaz de escuchar el sonido del silencio y poder callar a quien lo rompa.
Día tras día la sangre granate y pesada corre por mis venas de latón y mi marchito corazón de rosas también granates ya casi cubierto intenta latir de nuevo. Latir por algo por lo que merezca la pena volver a la fría y húmeda cuna desde la que las generaciones pasadas parecen advertir del impasible paso del viento…

Pero me siento muerto,
muerto de nostalgia
de días que nuca llegaron,
muerto de inútiles lamentos.

Odio ver pasar mi vida desde esta silla,
puedo sentir como me pudro por dentro,
ojala mi sangre corriera viva,
viva para ahogar en ella mis tormentos.

No soy capaz de vivir… No puedo pensar porque giro alrededor de ningún sitio mientras me hago débil.
Quiero que salga el viejo Sol para romper a llorar.
Quiero que llueva para no dejar de reír.
Quiero recuperar las eternas sensaciones de la vida… antes de morir.

Pero delante de mí:
un cielo oscuro y ahogado en nubes de carbón incandescente
provoca susurros entre los muertos,
aún todos son mariposas inconscientes
de que la muerte acecha incluso a los más valientes,

Todos piensan con cabezas vacías,
Si no, llenas de serrín seco,
Despertad de vuestro sueño,
Sueño falso, de inútil eco,      

Y nadie lo escucha,
Mejor es no buscar la lucha,
Hasta que el mal nos arranque
Nuestro corazón débil, ignorantes.

Sólo veo un velo que ciega la hermosura y que ilumina una oscura senda de mentiras. Destapo el velo y me encuentro con una sábana. En nuestro mundo las ciegas animas se mueven por lóbregas sombras al tiempo que se huele un hedor a pesadillas.
Siento que la muerte se cierne sobre mí.
Siento bajo mis pies el tacto de las cenizas.
Siento que sólo nos queda bajar las cabezas como corderos.

Pero no puedo:
Esta vida de fantasía eterna
Aburre mi sed de realidad,
Por ello os grito: ¡volad!


                                                   Mario Vicente Guixeras.

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