Un suspiro me acerca,
aunque no me
pertenezcan,
a las espadas y
sables que rujen
y rujen con tal
fuerza,
que el corazón parece que rasguen
una idea de amor que
fuera
antaño fruto de mis
engaños y
dolor eterno bajo mis
venas.
Pues vivimos sin
vivir
y al respirar morimos
y solo se que
sentimos
miedo terrible al
morir.
Engaños continuos
del poder que un día
dimos,
y creemos que
vivimos,
cuando nos
traicionamos
a nosotros mismos
divididos entre
orgullos,
pues apenas sentimos.
Guardamos silencio
en un castigo
arrogante
como si eso cambiase
todo,
silencio amargo,
ignorante.
Impasibles al
desastre,
orgullosos de su miseria,
cierran los ojos al
cambio
temiendo una vida
nueva.
Y otros pocos como
siempre
de élite disfrazada,
marchan juntos por
ideas distintas,
valientes buscando a
la justicia.
Yo por mi parte
permanezco junto a mi
lienzo
pintando esto desde
lo lejos
sin fijarme en la
realidad
y transportado al
espacio,
en la triste tierra
donde hacerse viejo,
es signo de
debilidad,
que no de sabiduría
ni de verdad.
Y triste una lágrima
ha caído
de mi mejilla al cuadro y con ira
he abierto los ojos
de la gente
pues aunque no
quieren, se mienten
en esta tierra de
ignorancia
que sin aclamar el
acto de una espada,
pide, eso sí ,una real democracia.
Mario Vicente
Guixeras.
Muy actual... y, a la vez, con ecos calderonianos...
ResponderEliminar"Es verdad, pues: reprimamos
esta fiera condición,
esta furia, esta ambición,
por si alguna vez soñamos.
Y sí haremos, pues estamos
en mundo tan singular,
que el vivir sólo es soñar;
y la experiencia me enseña,
que el hombre que vive, sueña
lo que es, hasta despertar".